lunes, 7 de abril de 2008

A comienzos de siglo

- Fuente: Xpaider

Los historiadores de arte españoles se quejan de que los franceses se hagan a veces los suecos con la nacionalidad de Picasso, y le apadrinen injustificadamente, como ocurrió cuando se empeñaron en nombrar "Las señoritas de Aviñón" al burdel filosófico del malagueño.

El que quieran hacer pasar a Picasso por francés no es culpa del pintor, tan declaradamente hispanista, sino de que se vio obligado a pasar gran parte de su juventud en el país vecino, porque era el ambiente en el que más oportunidades tenía de desarrollar su obra.

Es triste ver como la historia se repite. Hoy en día, las escuelas de diseño, las pequeñas empresas de nuestro país, albergan creadores de mucho talento que tienen que irse muchas veces fuera para seguir desarrollando su tarea.

El próximo sábado 12 se reunirán algunos de ellos en WASABI, el encuentro anual del IED de artes digitales, un evento que podría ser interesante.

Mientras tanto, la Comunidad de Madrid, no conforme con el horrendo logo que hace años creó el ayuntamiento, presentó la semana pasada una nueva aberración que ha de potenciar la imagen de Madrid en el extranjero, sin explicar cuánto costó el trabajo (encargado a Cros & Machin ).

El desperdicio de talento, el lujo más prohibitivo que puede practicar una sociedad cuya solidez económica está en tela de juicio; sigue siendo el juego favorito de la burocracia española. Mientras tanto, los verdaderos creadores siguen a la sombra del aparato institucional, justo como a comienzos de siglo.

No hay comentarios: