viernes, 14 de diciembre de 2012

La gran depresión

He titulado este texto “La gran depresión”, así, en minúsculas. Ha sido aposta.
Las noticias que leo últimamente en los periódicos, en Internet, me recuerdan la volatilidad de la realidad en la que vivimos, al tiempo que añaden tintes de denso gris en nuestra, ya de por sí, grisácea existencia social, política, económica actual. Hace tiempo que lo pienso, y se lo he oído decir a alguno que otro: vivimos en una época parecida a la Europa de entreguerras.
Camina con gabardina mi crisis de los treinta a través de una realidad transitoria, indefinida, neblinosa. Y me pregunto si no habrá sido siempre igual, si no estuvieron siempre las mismas miserias, las mismas dudas. Pienso en toda la gente que se ha ido ya de nuestro país, como hicieron nuestros abuelos, cuando las fotos eran en blanco y negro, y me veo como ellos atravesando las calles del París de la Gran Depresión, donde la producción industrial se redujo un cuarto entre el 31 y el 35, o peor, las de la arruinada república de Weimar. Me veo hoy y me imagino como si fuera entonces, buscándome la vida por las calles del norte de Europa, mientras me oculto de la lluvia y el frío con mi gabardina.



Pienso en Herbert Spencer, uno de los padres de la sociología, alguien que estudiaba todo con estructuras y funciones. Para él la sociedad era también un organismo. Me acuerdo de él cuando dicen en la radio que no queremos que nos rescaten como a Grecia porque humillaría a España y nos hundiría. Dicen que Grecia está deprimida, que está mostrando un cuadro de depresión, como si estuviese pasando por la crisis de los treinta.
Derrida hablaba de los fantasmas del pasado que forman parte de nuestra vida, que la condicionan, los fantasmas sociales. Enciendo la tele y se me aparece el fantasma del Cuarto Reich, el futuro de la Alemania nazi que no fue. Dentro y fuera de España utilizan al enemigo común para generar una comunidad unida frente a la crisis. Como si de un experimento social se tratase, los dirigentes buscan su cabeza de turco. Hoy en España la culpa es de los funcionarios, mañana en Cataluña el problema son los españoles, pasado la ultraderecha y su odio hacia los extranjeros.
He querido titular este texto La gran depresión, así en minúsculas. Ha sido aposta, tendrá que ser así si la depresión es general, y no es tan solo un nombre propio. Como en la Europa que vivieron nuestros abuelos, es tiempo de abrigarse bien, buscarse la vida y avanzar bajo la lluvia con nuestra gabardina.

No hay comentarios: